La industria ganadera tiene un impacto enorme y de gran alcance en nuestro mundo y en nuestras vidas, aunque no siempre lo reconozcamos. Afecta nuestra salud, el clima, la vida de los animales silvestres, los bosques, los precios de los alimentos y la seguridad de nuestras comunidades. Por eso, al trabajar por un mundo vegano, debemos recordar todo lo que podemos ganar si dejamos de apoyar a esta industria irresponsable y destructiva tanto a nivel público como político.
Un clima estable
La cría, engorde y matanza de animales para carne, leche y huevos es una de las principales causas del colapso climático y se estima que es responsable del 14,5 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. La carne roja es la peor en este aspecto, pero toda la carne, los lácteos y los huevos son más perjudiciales para el clima que casi cualquier alimento de origen vegetal. La Dra. Hannah Ritchie, de Our World in Data, nos aconseja no distraernos con los argumentos de la industria que dicen que basta con consumir carne local u otros productos de origen animal. “El transporte representa típicamente menos del 1% de las emisiones de GEI de la carne de res”, escribe. “Comer localmente tiene un efecto mínimo en su huella total.” Pero cuando hacemos el cambio hacia una alimentación basada en plantas, veremos que el clima empieza a estabilizarse.

Aguas más limpias
En todo el mundo, los ríos están llenos de contaminación y el número de zonas muertas en los océanos está aumentando. Gran parte del problema es causado por las granjas de animales. Hay muchas veces más animales en granjas que personas en el planeta, y eso significa que la cantidad de desechos que producen es gigantesca. No hay un lugar donde pueda ir toda esa mezcla de estiércol y orina, y cuando se filtra de los tanques de almacenamiento y “lagunas” o se vierte en la tierra, se filtra en los cursos de agua, alimentando floraciones de algas que matan la vida silvestre. No hay otra solución para esto más que dejar de criar animales. Y cuando lo hagamos, eliminaremos de nuestras vías fluviales todos esos excrementos contaminados con antibióticos, y todos esos químicos usados en cultivos destinados a la alimentación animal. Entonces, no solo podrá prosperar la vida acuática, sino que también podremos disfrutar con seguridad de pasar tiempo en el agua, nadando, surfeando o remando en kayak con nuestras familias.
Aire más limpio
Casi todos los animales de granja son criados en instalaciones intensivas, que son una fuente importante de contaminación del aire y están vinculadas a enfermedades graves. Los estudios han demostrado que vivir cerca de granjas intensivas de animales está asociado con un mayor riesgo de linfoma no Hodgkin y leucemia. ¡Es un escándalo que simplemente vivir cerca de una granja pueda causar cáncer! Si dejamos de criar y consumir animales, la calidad del aire mejorará, y con ella, también mejorará nuestra salud.

Los bosques vuelven a crecer
La deforestación es una crisis ambiental que no puede resolverse mientras sigamos comiendo carne. Esto se debe a que la cría de animales necesita mucha más tierra que el cultivo de alimentos de origen vegetal. Y para crear esa tierra agrícola, se destruyen bosques y otros hábitats importantes. Necesitamos los árboles para ayudarnos a combatir la crisis climática, pero también son valiosos por derecho propio, ya que proporcionan alimento y hábitats para comunidades y poblaciones de animales, hongos y otras formas de vida vegetal. Si dejáramos de financiar la ganadería, reduciríamos el uso global de tierras agrícolas en un 75%, lo que significa que tres mil millones de hectáreas podrían devolverse a la naturaleza. Para ponerlo en contexto, eso equivale aproximadamente a tres veces el tamaño de los Estados Unidos.
La vida silvestre prospera
Entre 1970 y 2020, las poblaciones de vida silvestre disminuyeron en un 73%. Las caídas más pronunciadas se produjeron en América Latina y el Caribe, y la degradación fue impulsada principalmente por el sistema alimentario. Y el aspecto más dañino del sistema alimentario es, categóricamente, la carne y los lácteos. Lo más impactante que podemos hacer para restaurar el mundo natural y ayudar a las poblaciones de aves, animales y peces silvestres es cambiar a una alimentación basada en plantas. Cuando los ríos están limpios, cuando se permite que los bosques crezcan, y cuando la industria de la piscicultura altamente contaminante deja de causar su propio daño ecológico, las poblaciones silvestres tienen la oportunidad de prosperar.
Personas más sanas
No solo la contaminación del aire de las granjas animales causa cáncer en las personas; también lo hace el consumo de animales. La carne roja y toda la carne procesada han demostrado, de forma inequívoca, causar cáncer. Los estudios también están encontrando correlaciones entre el consumo de pescado y pollo y algunos tipos de cáncer, mientras que, por el contrario, los alimentos de origen vegetal son protectores contra el cáncer. Las personas que siguen una alimentación basada en plantas y equilibrada también tienen un menor riesgo de enfermedades cardíacas y diabetes tipo 2, y tienden a vivir más tiempo. Está claro que una gran carga para la salud es causada por la industria ganadera, y nuestras familias y seres queridos estarían más seguros sin ella.
Poblaciones más saludables
La ganadería también es desastrosa desde la perspectiva de la salud pública. Las granjas intensivas de cerdos y aves, en particular, son criaderos de enfermedades con potencial para causar una pandemia global. De hecho, al menos ocho tipos de gripe aviar, todos capaces de matar a las personas, están circulando actualmente por las granjas intensivas del mundo. Para intentar mantener vivos a los animales en condiciones industriales deplorables, se les administran muchos medicamentos, incluidos antibióticos. Pero, por supuesto, el uso excesivo de antibióticos tiene un impacto devastador en la salud humana porque genera resistencia. Al menos un millón de personas mueren al año debido a la resistencia antimicrobiana, y la tasa de infecciones resistentes a los medicamentos sigue aumentando. Sin las granjas animales que generan estas crisis de salud pública, todas las personas estaríamos más seguras.

Mejor calidad de vida
Las personas que cambian a una alimentación basada en plantas suelen reportar mejoras en su bienestar que pueden manifestarse casi de inmediato. Estas incluyen mejoras en la digestión, el sueño, los niveles de energía y la piel. Cualquiera de estos cambios puede tener un impacto profundo en nuestra calidad de vida, pero hay otro aspecto interesante relacionado con la salud mental. Esto está vinculado con algo que los psicólogos llaman “disonancia cognitiva”, es decir, los efectos en la salud mental de mantener dos ideas contradictorias al mismo tiempo. Esto puede ser: “Amo a los animales, pero los como” o “Quiero proteger el planeta, pero todavía como carne”. Al eliminar este conflicto interno, muchas personas experimentan una claridad inesperada y una profunda paz mental.
Comida más barata
La carne es cara, y la pagamos tres veces. Primero, pagamos por su producción mediante subsidios que financiamos con nuestros impuestos. Luego la compramos en el supermercado donde, a pesar de los subsidios, sigue siendo uno de los productos más caros. Y por último, pagamos por el daño que la industria provoca, nuevamente a través de nuestros salarios e impuestos. La factura que esta industria nos deja incluye el costo de limpiar ríos y océanos, mitigar el colapso climático y financiar el sistema de salud. La carne y los lácteos son productos que la sociedad no puede permitirse.

Los animales no serían criados para sufrir
Sabemos que los animales de granja son seres complejos y sintientes que comparten muchas características, no solo con nuestros queridos perros y gatos, sino también con nosotras. Y sabemos que sufren horriblemente en las granjas y en los mataderos. Su sufrimiento es físico, emocional y psicológico, y es tan severo que la mayoría apartamos la mirada cuando nos enfrentamos a él. A pesar de saber que hay crueldad, seguimos pagando por ella. Los animales no merecen las injusticias que les imponemos, y la única forma de corregir este daño es dejar de comer animales.
Creando sociedades compasivas
Las infancias tienen una afinidad natural con los animales y una comprensión innata de la justicia. Por eso no resulta sorprendente que un estudio de la Universidad de Exeter haya encontrado que niños británicos de entre 9 y 11 años consideraban que los animales de granja deberían ser tratados igual que los animales de compañía y que las personas. Para ellos, no existe una jerarquía moral entre las distintas especies que comparten este planeta. Creen en la verdadera igualdad. Imaginemos si fomentáramos sociedades que no discriminen a ninguna comunidad por sus diferencias, sino que reconozcan los valores compartidos y el valor intrínseco de cada ser.

Los trabajadores estarían más seguros y saludables
Pocas industrias son más peligrosas para los trabajadores que la ganadería. Quienes trabajan en granjas de animales tienen un mayor riesgo de sufrir trastornos respiratorios, como bronquitis y enfermedades pulmonares. Los trabajadores agrícolas también enfrentan un riesgo significativamente más alto de sufrir un accidente fatal debido al contacto con maquinaria agrícola, productos químicos y con los propios animales angustiados. Las personas que trabajan en curtiembres de cuero están expuestas a un cóctel de químicos tóxicos que provocan cáncer. Y quienes trabajan en mataderos enfrentan diariamente peligros físicos, tienen una alta tasa de lesiones y muertes, y además sufren trastornos de salud mental como trastorno de estrés postraumático y depresión. Retirar nuestro apoyo a la industria de la cría y matanza de animales es beneficioso para las personas, así como para los animales y el medio ambiente.
Comunidades más seguras
Pagar a personas para que controlen, sometan y degüellen animales todos los días tiene un fuerte impacto en su salud mental, lo que genera consecuencias muy preocupantes para la sociedad en general. Las investigaciones han demostrado que el trabajo en mataderos está asociado con un aumento en la criminalidad, la violencia (incluida la violencia familiar) y los delitos sexuales, incluidas violaciones. No debería sorprendernos que los trabajadores se desensibilicen al sufrimiento, los gritos y las escenas más sangrientas. Si no pidiéramos a las personas que realicen trabajos tan traumáticos que la mayoría de nosotras ni siquiera podemos mirar, nuestras comunidades serían más seguras.
Un mundo más amable, seguro y saludable
Solo hay unas pocas industrias que causan enormes daños a las personas, a otros seres vivos y al planeta: la minería, los combustibles fósiles y, por supuesto, la ganadería. Mientras las industrias de la carne, los huevos y los lácteos obtienen billones de dólares, las comunidades, las familias y las personas siguen sufriendo las consecuencias. No hay desventajas en dejar de apoyar esta industria irresponsable, y solo hay beneficios por ganar. Seríamos más saludables, nuestras sociedades más compasivas, y nuestro planeta y nuestras comunidades más seguras si dejáramos de apoyar esta industria y cambiáramos de una alimentación basada en animales a una basada en plantas.
Podemos imaginar un mundo así. ¿Y tú?