La Paradoja de la Carne y la Negación Mental: La Psicología de Comer Animales

La relación de los humanos con los animales no humanos es compleja. A algunos les amamos, a otros les detestamos, y a otros deliberadamente les dañamos a pesar de afirmar amarlos. Es desconcertante. Aquí desentrañamos algunos de los nudos psicológicos en los que nos enredamos para poder amar a los animales pero al mismo tiempo comerlos. Y, por supuesto, ofrecemos una manera diferente de analizar la cuestión.

La Paradoja de la Carne

El Dr. Steve Loughnan acuñó la frase «la paradoja de la carne» para describir la contradicción que permite a las personas amar a los animales y pagar para que los maten. Según Loughnan: «De sus bocas salen las palabras ‘amo a los animales’ y a sus bocas entran los animales».

La paradoja de la carne es una forma de disonancia cognitiva, un estado en el que las creencias de una persona no se alinean con sus acciones. Según Loughnan, hay dos formas en que abordamos esta disonancia:

  • La disonancia evitativa es cuando cortamos el vínculo entre los animales y la carne, y esto puede manifestarse como un consumo inconsciente. Simplemente, no nos permitimos pensar en ello.
  • La disonancia reductiva es cuando reconocemos y experimentamos ese conflicto interno, pero encontramos formas de reducirlo para poder seguir comiendo animales.

¿Cómo reducimos la disonancia?

Hay muchas herramientas psicológicas que las personas usan para reducir el conflicto que sienten entre amar a los animales y comerlos. Por ejemplo, pueden:

  • Minimizar la cantidad de carne que comen
  • Insistir en que el sacrificio de animales es humano.
  • Decir «solo como pollo o pescado», dando a entender que estos animales sufren menos o sus vidas son menos importantes.
  • Clasificar a los animales como “mascotas” o “alimento”, y ver a los animales destinados a la alimentación como menos capaces de sufrir.
  • Subestimar o denigrar a quienes deciden tomar pequeños pasos para hacer que sus acciones se correspondan con sus creencias compasivas.
  • Negar que los animales de granja tienen mente.

¿Qué es la negación mental?

La negación mental implica atribuir capacidades mentales reducidas a ciertos animales, lo que permite a las personas explotarlos y dañarlos con menos, o ningún, sentimiento de culpa. Después de todo, si un animal es realmente sólo un vegetal que camina, no tenemos porqué preocuparnos por ellos, ¿no?

La ciencia detrás de la negación mental

En 2010, el equipo de Loughnan ofreció a unos participantes carne seca o nueces y luego les hizo preguntas para evaluar 1) su preocupación moral por los animales; y 2) juzgar el estatus moral y las habilidades mentales de una vaca. Los investigadores encontraron que quienes habían comido carne mostraron menos preocupación moral por los animales y pensaban que las vacas eran menos capaces de sufrir en comparación a quienes comieron nueces. Negaron que las vacas tuvieran una mente, y comer carne significaba que eran más propensos a hacerlo.

Más recientemente, Maria Ioannidou de la Universidad de Bradford investigó esto mostrando a los participantes las condiciones en las que viven las vacas, ya sea en una granja lechera industrial o en una granja lechera orgánica, y luego les preguntó cómo se sentían. Curiosamente, quienes vieron la granja intensiva tenían más sentimientos de culpa (lo que es esperable), pero atribuían menos mente a las vacas y tenían menos preocupación moral por ellas (lo que no es esperable). A pesar de esto, aún tenían una mayor probabilidad de reducir su consumo de lácteos como resultado, lo que sugiere que, incluso con todas las estrategias psicológicas que emplearon, el horror de la cría intensiva aún penetraba y querían reducir su participación en el sufrimiento de los animales.

¿Qué animales son más afectados por la negación mental?

Las gallinas y los peces tienen una baja atribución mental por parte de los humanos, lo que puede explicar la estrategia psicológica defensiva mencionada anteriormente: «Solo como pollo y pescado». Sin embargo, Ioannidou encontró que cualesquiera sean los animales o productos animales que una persona coma, esos son los animales a los que se les niega la mente. Un carnívoro niega que todos los animales de granja tengan mentes, un pescetariano niega las mentes de los peces; un vegetariano niega las mentes de las vacas lecheras. No es que esos animales no tengan mentes, por supuesto, pero fingir que no las tienen es la única manera de permitirse seguir comiendo los productos.

¿Los granjeros aman a los animales?

El Dr. Jared Piazza de la Universidad de Lancaster investigó el conflicto cuidar-matar en los granjeros para responder a la pregunta: ¿pueden los granjeros amar a los animales y aún enviarlos al matadero? Piazza entrevistó a granjeros, carnívoros y evitadores de carne, y encontró que tanto los carnívoros como los granjeros negaban las mentes a las vacas de una manera que los vegetarianos y veganos no lo hacían. Y así es como toleran la paradoja de cuidar a los animales mientras los dañan. Piazza señaló que los granjeros decían no tener opción.

¿Las infancias niegan las mentes de los animales?

La investigación muestra que, en comparación con las personas omnívoras adultas, las infancias tienden a tener opiniones morales más fuertes sobre lo incorrecto de dañar a los animales para usarlos como alimento. La investigación del Dr. Luke Maguire en la Universidad de Exeter encontró que los niños de 9 a 11 años dan a los animales de granja la misma consideración que a las mascotas, y que comer carne es menos aceptable para ellos.

Maguire encontró que a medida que envejecen, los niños son más propensos a categorizar a los animales de granja como alimentos y experimentan más conflicto psicológico entre los 12 y 16 años. A esta edad, están incluso menos preocupados moralmente por los animales de granja que los adultos.

La mente de los animales

Los psicólogos descubren cada vez más los nudos mentales en los que nos enredamos para poder sostener dos posiciones contradictorias al mismo tiempo. La negación mental es un mecanismo importante utilizado para hacernos sentir mejor acerca de comer animales, incluso cuando afirmamos amarlos. Pero los animales sí tienen mentes. Las vacas, las gallinas, los cerdos, las ovejas y los pavos tienen personalidades, preferencias, amistades y deseos únicos. Al igual que los perros y los gatos. Al igual que nosotros.

Y en el fondo, incluso cuando se niega, la gente lo sabe. Es por eso que la investigación descubrió que:

  • El 44 por ciento de los estadounidenses favorece la prohibición de los mataderos.
  • El 35 por ciento de los estadounidenses favorece la prohibición de la cría de animales.

Si realmente pensaran que los animales no tienen mentes o no sufren, esto no habría sido así. Afortunadamente, cada vez más personas no solo reconocen este conflicto dentro de ellas, sino que abandonan tales complicados mecanismos psicológicos. En lugar de negar lo obvio y verdadero, alinean sus acciones con sus creencias compasivas y simplemente dejan de comer animales.

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Todas las fotos cortesía de We Animals Media.

 

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