Por la humanidad

El veganismo se trata de las personas de la misma manera en que se trata de los animales y el medioambiente. Por ejemplo, nuestras elecciones alimenticias afectan la oferta y precios de alimentos a nivel global, por lo que impactan sobre la habilidad de la gente de acceder a alimentos nutritivos.

También afectan a quienes trabajan en la producción de determinados alimentos, personas explotadas y dañadas. La cría de animales afecta a toda la humanidad a través del surgimiento de enfermedades con potencial pandémico y patógenos resistentes a los antibióticos. En todos los casos, la industria ganadera tiene un impacto detrimental serio.

Resistencia antibiótica

La mayoría de los animales de cría en el planeta son mantenidos dentro de sistemas intensivos. Esto significa que un gran número de animales estresados e inmunodeprimidos están amontonados dentro de depósitos enormes, donde a menudo viven en sus propios desechos. En estas condiciones, no sorprende que enfermedades y heridas sean moneda corriente. En vez de mejorar sus condiciones de vida, a los animales se les suministran antibióticos para mantener con vida a la mayor cantidad posible. Globalmente, dos tercios de todos los antibióticos importantes a nivel médico son suministrados a los animales de la industria, y este desperdicio imprudente permite que las superbacterias emerjan. Cada año, bacterias resistentes a los antibióticos causan enfermedades a 2,8 millones de personas en Estados Unidos, de las cuales 35 mil pierden la vida.

Las granjas industriales son granjas de pandemias

Nuestra larga historia de explotar animales por su carne, leche, huevos y pieles significa que también existe una larga historia de enfermedades zoonóticas, es decir, enfermedades que se transmiten de los animales a las personas. Actualmente, tres cuartos de todas las enfermedades infecciosas emergentes se originaron en animales, incluídas la gripe porcina, H1N1, la cual infectó alrededor de 60,8 millones de personas en el primer año, y la gripe aviar H5N1, con una tasa de mortalidad del 60 por ciento de las personas infectadas. Virólogos han advertido sobre las granjas industriales por un largo período de tiempo. Se las ha denominado “bombas de tiempo” por su potencial pandémico.

Salud y derechos de trabajadores

Dentro de las granjas de cría, es muy común la exposición a químicos, a gases tóxicos de los desechos en descomposición, y a altos niveles de partículas en suspensión que pueden causar condiciones respiratorias. Debido a los peligros y al bajo salario, no sorprende que el 73 por ciento de los trabajadores en las granjas de Estados Unidos sean inmigrantes. En los mataderos, un tercio de las personas que trabajan son inmigrantes indocumentados, lo que las vuelve más vulnerables a la explotación. Las largas horas de trabajo repetitivo, la maquinaria, las rápidas líneas de matanza, los afilados cuchillos y los pernos cautivos que se utilizan para aturdir a los animales son una peligrosa combinación. A quienes trabajan en la industria avícola se les niega el acceso a los baños, por lo que a menudo deben usar pañales u orinarse encima, siendo su dignidad y bienestar desestimados por aquellos que sacan rédito de esta cruel industria.

La colonización de la comida

La historia de la imposición alimentaria varía de país a país, pero lo que es universalmente cierto es que el panorama fue modificado por los colonizadores. En algunos casos, los europeos temían que la comida indígena los enfermara o debilitara, o que de alguna manera los “indigenizara”. Así fue como trajeron sus propios alimentos, cultivos y animales de cría, y forzaron a los pueblos originarios a trabajar en tierras robadas y producir la comida que ellos querían. Esto llevó a un masivo desplazamiento de los pueblos originarios y a una pérdida de comidas tradicionales, ceremonias y, con el tiempo, conocimientos. Hoy en día, este legado deja a algunas comunidades con el peso de altas tasas de enfermedades. 

Racismo medioambiental

Este es el sistema mediante el cual las personas de color se ven afectadas de manera desproporcionada debido a los peligros medioambientales. A menudo, las grandes granjas industriales están ubicadas dentro de las comunidades de color, lo que garantiza mano de obra barata y bajos salarios. Son estas mismas comunidades las que soportan la peor parte de los impactos ambientales asociados, como la mala calidad del aire y el agua. Además, existe el problema de los desiertos alimentarios, es decir, áreas con pocos alimentos frescos, nutritivos y asequibles, y de los pantanos de alimentos, áreas con una alta proporción de establecimientos de comida rápida. Cuando se toman en conjunto, vemos que la mala salud se impone con demasiada frecuencia sobre las comunidades de color a través de prácticas agrícolas localizadas y al negarles el acceso a alimentos saludables y de alta calidad.

Alimentar al mundo

A pesar de que producimos suficiente comida para alimentar a la totalidad de la población humana, más de 800 millones de personas aún padecen hambre. Una razón es la feroz competencia entre las personas y los miles de millones de animales de granja por los recursos disponibles. Esto aumenta el costo del grano, y el deseo por el consumo de carne del norte global supera las necesidades alimenticias del resto del mundo. El núcleo del problema es que la industria alimenticia de productos de origen animal es inherentemente ineficiente. Los cerdos requieren 8,4kgs de alimento para producir sólo 1kg de carne, mientras que los pollos requieren 3,4kgs. Globalmente, el 40 por ciento de toda la tierra cultivable es utilizada para la producción de cultivos para alimentar a los animales de cría, un porcentaje que, si se utilizara para la producción alimenticia de la población humana, podría alimentar a un adicional de cuatro mil millones de personas. Elegir alimentos a base de plantas se trata de igualdad y justicia alimentaria, y de asegurar que haya suficiente comida nutritiva para todas las personas.

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