Por el planeta

El cambio climático es el desafío global determinante de nuestra era. Impactará a cada animal, planta y ecosistema, así como el bienestar y la salud de miles de millones de personas y, básicamente, nuestra habilidad para sobrevivir. Es un desafío que definitivamente tenemos que superar.

En 2018, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) lanzó un reporte indicando que se necesitan cambios urgentes y sin precedentes para evitar una catástrofe global. En 2019, el IPCC llamó al mundo a frenar su apetito por la carne por su serio impacto en el clima. En 2021, un estudio de la Universidad de Illinois demostró que la producción de alimentos es responsable de un tercio de todos los gases de calentamiento global emitidos por la actividad humana. La utilización de animales para la producción de carne tiene, además, el doble de impacto que los alimentos a base de plantas.

La evidencia de todo el mundo —incluídas Harvard, la Universidad de Oxford, y las Naciones Unidas— concluye lo mismo: la industria ganadera conduce al colapso climático, y necesitamos un cambio global masivo hacia dietas a base de plantas.

Emisiones de gases de efecto invernadero por kilogramo de producto alimenticio

Source: Poore, J., & Nemecek, T. (2018). Reducing food’s environmental impacts through producers and consumers.

¿Cuán malos son los productos de origen animal?

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la industria ganadera es responsable del 14,5 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por la especie humana —eso es más que todas las emisiones de cada auto, avión, barco, bus y tren combinadas a nivel mundial. Otras investigaciones han concluido que esta cifra es incluso mayor.

Las emisiones de los propios animales juegan un gran papel, pero cada paso en la producción de carne, leche y huevos es dañino, desde la deforestación de tierra para pastoreo o cultivo de alimento para engorde, hasta el transporte de los animales hacia el matadero, la creación de empaquetados de plástico y el envío refrigerado de los productos a todo el mundo. Investigaciones de la Universidad de Oxford concluyeron que adoptar una alimentación a base de plantas puede reducir nuestras propias emisiones en un 73 por ciento, dependiendo del lugar en que vivamos.

¿Qué ocurriría si las personas comieran menos carne?

El Panel Intergubernamental del Cambio Climático examinó el impacto estimado sobre las emisiones de gases de efecto invernadero si la población mundial adoptara una variedad de dietas.

*Se supone que las centrales nucleares han sustituido a los combustibles fósiles; datos de la Asociación Nuclear Mundial.

Los productos de origen animal nos cuestan la tierra

El impacto climático de la industria ganadera es lo suficientemente malo, pero nuestro consumo de productos de origen animal también tiene otros impactos medioambientales de gravedad.

Deforestación

La industria ganadera es increíblemente ineficiente. Utiliza el 83 por ciento de la tierra agrícola pero provee solamente el 18 por ciento de nuestras calorías. Cada vez se necesita más tierra para suplir la demanda global de carne, por lo que bosques antiguos y otros hábitats son destruidos. La producción de carne es responsable del 80 por ciento de la destrucción de la Amazonia. 

Contaminación

Los miles de millones de animales de cría producen tal inmensa cantidad de desperdicio que la tierra no puede absorberlo todo. Millones de toneladas de estiércol se almacenan en “lagunas” y tanques construidos especialmente, de los cuales se filtra o es deliberadamente descargado en campos y ríos, amenazando los suministros de agua y causando una destrucción generalizada de la vida acuática. Sólo en los Estados Unidos, más de 160 mil kilómetros de ríos y arroyos, casi 2,5 millones de hectáreas de lagos, reservas y estanques, y más de 1.300 kilómetros cuadrados de bahías y estuarios tienen una pobre calidad del agua debido a la contaminación de nitrógeno y fósforo, conectada a la cría de animales.

Los océanos

Así como los desechos de la industria contaminan ciertas vías acuíferas, también lo hacen en los océanos. Los nutrientes de estos desechos son combustible para la proliferación de algas que deprivan al agua de oxígeno, creando zonas muertas en los océanos. La industria pesquera no es únicamente la mayor contaminante de los océanos debido al plástico, sino que también lleva a la extinción a especies enteras, al matar millones de animales como tortugas, tiburones, rayas y albatros. Y, como los barcos arrastreros llevan largas redes por el suelo oceánico, destruyen hábitats frágiles y sistemas irremplazables.

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