Racismo ambiental: ¿qué es y cuáles son algunos ejemplos?

Greenpeace biologist and oil expert Paul Horsman displays his oil-covered hands. Southwest passage of the Mississippi Delta.
Pie de foto: El biólogo de Greenpeace y experto en petróleo Paul Horsman muestra sus manos cubiertas de petróleo. Paso del suroeste del Delta del Mississippi. - Crédito: Jo-Anne McArthur / We Animals Media

La salud de nuestro planeta y el bienestar de las comunidades marginadas están conectados. Con demasiada frecuencia, la mentalidad que considera que es aceptable seguir extrayendo todo lo que se quiera, y que cualquier repercusión negativa puede simplemente descargarse en otros, causa graves daños a ambos. Muchas industrias y autoridades operan bajo esta mentalidad, y los impactos pueden verse en todo el mundo.

¿Qué es el racismo medioambiental?

El racismo medioambiental es el impacto desproporcionado de las deficientes políticas y decisiones medioambientales sobre las comunidades negras y nativas. Esto incluye la ubicación de industrias contaminantes, como fábricas y granjas industriales, en estas comunidades. Las opiniones de estas comunidades se ignoran en gran medida y los daños causados a su salud y calidad de vida simplemente se desestiman.

¿Cuál es la diferencia entre justicia ambiental y racismo ambiental?

Están estrechamente relacionados. La justicia medioambiental se refiere a las formas en que las comunidades marginadas se ven más afectadas negativamente cuando se daña el medio ambiente. Cuando una de esas comunidades marginadas está formada por comunidades negras y nativas: esto es racismo medioambiental.

¿Cuál es la causa del racismo medioambiental?

Esta es una gran pregunta. Cuando nos cuestionamos por qué esas comunidades se ven forzadas a vivir con industrias contaminantes, en realidad estamos preguntando por qué existe el racismo.

Hay muchas maneras de responder a esta pregunta, pero en su raíz, deriva de la opinión de que existe una jerarquía de valor, y que ciertos seres son intrínsecamente más dignos de aire fresco, agua limpia, un hogar seguro y una calidad de vida saludable que otros. Quienes apoyan y promueven esta narrativa son inevitablemente quienes más se benefician de ella.  

Y mientras las comunidades luchan contra los residuos tóxicos que se vierten en sus patios y las granjas industriales de animales que contaminan el aire, a menudo se trata de comunidades que han sido excluidas del poder político, y cuyas voces pueden ser silenciadas más fácilmente.

¿Cuáles son algunas de las consecuencias del racismo medioambiental?

Hay muchas consecuencias del racismo medioambiental, entre ellas:

  • Discapacidades congénitas por residuos tóxicos
  • Enfermedades respiratorias por el aire contaminado
  • Mala calidad de vida
  • Pérdida de movilidad social, ya que los residentes no pueden vender propiedades en la zona afectada
  • Desempleo, ya que las condiciones alejan a otras industrias
  • Destrucción del medio ambiente y pérdida de la vida silvestre, ya que las preocupaciones de las personas marginadas suelen ser desestimadas con mayor facilidad

¿Cuáles son algunos ejemplos de injusticias medioambientales?

  • En 1957, el gigante petrolero holandés Shell encontró petróleo en el delta del Níger, en tierras pertenecientes al pueblo Ogoni. La perforación devastó la tierra y no aportó ningún beneficio al pueblo indígena. En 1993, una manifestación a la que asistieron 300.000 ogonis obtuvo la atención internacional. Las protestas pacíficas dieron lugar a una feroz reacción por parte de las fuerzas de seguridad nigerianas, que supuestamente mataron, mutilaron, violaron y torturaron a cientos de personas que vivían en la zona. Finalmente, nueve activistas fueron ejecutados por el Estado. En 2009, Shell pagó 15,5 millones de dólares a las familias de los nueve activistas, pero no admitió su culpabilidad y la contaminación continúa. En 2020, un oleoducto estalló, contaminando las tierras de cultivo y los cursos de agua de los que depende el pueblo Ogoni.
  • En 2007 se abrió la mina de carbón de Tendele en Somkhele, en la provincia sudafricana de Kwa-Zulu Nata. Según la abogada Kirsty Youens, se contaminaron o destruyeron las aguas, se vallaron las tierras, la contaminación arruinó los cultivos y los pastos, y las voladuras provocaron grietas en las casas y rompieron los cristales de las ventanas. Incluso se exhumaron tumbas y se volvieron a enterrar los cuerpos en otro lugar sin lápidas, dejando a las familias sin poder identificar para siempre las tumbas de sus antepasados. «No recuerdo una época en la que pudiéramos respirar aire puro en esta zona», dijo Makhosi Ndwandwa, residente local. Ahora, la empresa planea ampliar la mina, y los residentes locales luchan contra ella. En 2020, una destacada activista, Fikile Ntshangase, fue asesinada en su propia casa.
  • En 1984, se produjo una fuga tóxica en la planta química de la empresa estadounidense Union Carbide en Bhopal, India. La fuga mató a 3.000 personas al instante. Más de medio millón de personas resultaron envenenadas esa noche y más de 20.000 personas murieron por causas relacionadas en los 35 años transcurridos desde entonces, y la gente sigue muriendo. Dice The Guardian: «Nunca se juzgó a nadie de Union Carbide por la grave negligencia que condujo a la explosión de gas, a pesar de que se presentaron múltiples cargos penales contra ellos en la India. Nunca se ha llevado a cabo ninguna operación de limpieza de los residuos químicos -que ya se estaban vertiendo en la comunidad local antes de la explosión-«.
  • A lo largo de las décadas de 1980 y 1990, la industria de la cría de cerdos en Carolina del Norte se disparó. Ahora, en algunas zonas del Estado, el número de cerdos criados en fábricas supera al de las personas en una proporción de 35 a 1. El hedor de los residuos, las moscas y el ruido dificultan que les habitantes de la zona, predominantemente personas negras, latinas e indígenas, vendan y se muden, aunque quieran abandonar sus hogares. Las infancias que asisten a las escuelas cercanas experimentan mayores tasas de asma y sibilancias, mientras que les residentes informan de una elevada presión arterial, irritación de ojos, nariz y garganta, dificultad para respirar, náuseas y opresión en el pecho. Dice Vox: «Un estudio descubrió que les residentes del este de Carolina del Norte que viven cerca de las granjas industriales experimentan mayores tasas de asma, anemia, enfermedades renales, mortalidad infantil e infecciones».

¿Qué tipos de proyectos municipales suelen provocar racismo ambiental?

Casi todos pueden hacerlo. El emplazamiento de vertederos de residuos tóxicos es uno de los más conocidos, pero siempre que las autoridades locales intervengan en la concesión de permisos de planificación, puede haber racismo medioambiental. Puede tratarse de permisos concedidos para perforar o explotar minas, para permitir la construcción de fábricas o granjas industriales. 

¿Cómo luchar contra el racismo medioambiental?

Las comunidades que trabajan juntas pueden luchar contra el racismo medioambiental, pero necesitan aliados. Todas las personas que nos oponemos a la injusticia podemos educarnos y hablar. Podemos amplificar las experiencias y necesidades locales escribiendo a nuestros representantes políticos, en las redes sociales y contactando con los medios de comunicación. Podemos boicotear los productos que destruyen el planeta y causan sufrimiento a las personas, y podemos votar a los candidatos y partidos políticos que se oponen activamente a esa injusticia.

Conclusión

La opinión de que unos seres valen menos que otros impulsa la destrucción del planeta y la perpetuación de sociedades injustas. A medida que el Norte global empieza a reconocer los efectos de los subproductos tóxicos de la industrialización, exporta su contaminación y sus residuos a otras partes del mundo, donde las protecciones medioambientales pueden ser más laxas, y donde la gente no tiene más remedio que vivir con las consecuencias. 

A medida que nuestros hábitos aumentan las temperaturas globales, creando una oleada tras otra de fenómenos meteorológicos extremos, son las comunidades negras y nativas las que soportarán de forma desproporcionada el peso de los desastres que no han provocado. Pero podemos cambiar. Podemos comprar menos «cosas», quemar menos combustible y comer menos -o mejor aún, no comer- carne, leche o huevos de animales. Cuando consumimos menos y contaminamos menos, creamos menos problemas para las comunidades ya marginadas de todo el mundo, y cuando boicoteamos las industrias perjudiciales, como la agricultura animal, nuestras acciones tienen consecuencias profundamente positivas para todes.

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