El veganismo es extremo

Utilizar animales como alimento está tan arraigado en muchas normas culturales que parece extremo incluso cuestionarlo, pero creemos que criar y comer animales es en realidad la opción más extrema.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la cría de animales contribuye más al deterioro del clima que las emisiones de todos los coches, aviones, barcos, autobuses y trenes del planeta. Es un factor clave de la deforestación y la pérdida de especies; desperdicia la tierra y el agua; y contamina el aire, los cursos de agua y el suelo.

Causa un sufrimiento innecesario a miles de millones de animales cuyas vidas son todo menos naturales. La inseminación artificial, los piensos (alimentos para animales) cultivados en tierras deforestadas y las mutilaciones, como el corte de colas y cuernos, son habituales en las granjas modernas. Y, aunque nos preocupamos profundamente por los animales que conocemos, muchas de las personas nos alejamos de la realidad de la cría y el sacrificio de animales porque no podemos soportar ser parte de ello. ¿No nos dice eso algo sobre lo extremo que es su sufrimiento?

La industria ganadera es ciertamente una mala noticia para los animales, pero también es mala para las personas. Una alimentación basada en productos animales no puede alimentar a la población mundial, muchas personas pasan hambre mientras los cultivos importantes se destinan a los animales de granja. Cuando una población decide comer carne, tiene que invertir mucho en iniciativas sanitarias y normativas para garantizar que la gente no se envenene con ella. Aun así, millones de personas se ven afectadas por enfermedades de origen alimentario cada año y se calcula que 3.000 de ellas finalmente mueren. Las dos causas principales de las muertes transmitidas por los alimentos son las aves de corral y los productos lácteos. Las investigaciones demuestran que comer carne también aumenta el riesgo de padecer cáncer, enfermedades cardíacas y diabetes, además de acortar nuestra esperanza de vida.

Desde un punto de vista objetivo, ¿no parece todo esto bastante extremo?

Por el contrario, una alimentación basada en plantas es más amable con la Tierra, los animales y las personas. Reduce nuestro impacto climático, protege mejor los bosques, los ríos y los océanos de la Tierra, y significa que hay suficiente comida para alimentar a la población humana mundial. Y cuando lo comemos, no solo evitamos el terrible sufrimiento de los animales de las granjas industriales, sino que también somos amables con nuestro propio cuerpo. Las personas veganas tienen un menor riesgo de padecer enfermedades cardíacas, diabetes de tipo 2 y algunos tipos de cáncer. Lejos de ser algo extremo, comer a base de plantas es lógico, sensato y compasivo.

En cuanto a la comida en sí, está lejos de ser extrema, a menos que consideres que comer todos los mismos alimentos que comías antes, sólo que veganizados, es un cambio radical. Las personas veganas siguen comiendo pizza, pasta, curry, hamburguesas, sándwiches, salchichas y mucho más, así como todos los alimentos básicos que probablemente ya tienes en tu despensa. 

Lejos de ser extremo, en términos de lo que comes cada día puede que ni siquiera notes la diferencia.

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