Ocho animales que te robarán el corazón este San Valentín

Credit: Animals Asia Foundation

Bärack, el oso de la luna

Bärack se encontraba entre los osos retenidos en una granja de bilis de Nanning (China) cuando fue entregado a Animals Asia Foundation en 2014. Bärack estaba gravemente bajo de peso y padecía múltiples problemas de salud.

En su primer chequeo médico, los veterinarios observaron una fístula cicatrizada en el vientre (de donde se extraía la bilis de su vesícula biliar) y su rodilla izquierda estaba dañada por un presunto traumatismo. Casi no le quedaban dientes (los granjeros tienden a sacárselos) y es probable que su lengua resultara dañada en el proceso, ya que sobresale de su boca todo el tiempo. Bärack recibió analgésicos de larga duración y más tarde tuvieron que extirpar la vesícula biliar infectada.

Bärack. Credit: Animals Asia Foundation

En 2018, un cardiólogo confirmó que Bärack tiene enfermedad hipertensiva e hipertrofia del corazón, un engrosamiento que dificulta el bombeo de sangre. En 2019, un oftalmólogo descubrió que Bärack tenía esclerosis nuclear y cicatrices en ambos ojos.

Por supuesto, también había problemas psicológicos y de comportamiento. Para mejorar su calidad de vida, Bärack recibió tratamientos especializados, terapia en agua y hamacas, que realmente le encantaban. El objetivo era llevarlo a su hogar definitivo en el centro de rescate de Chengdu lo antes posible, pero la burocracia hizo que tardara ocho años. Sin embargo, en ese tiempo se había transformado en un oso relajado, feliz y juguetón.

Cuando por fin llegó a Chengdu y tuvo acceso al mundo exterior por primera vez, Bärack era la viva imagen de la alegría, dando repetidas volteretas, revolcándose en la hierba, recogiendo troncos y haciéndolos rodar sobre sí mismos, inhalando profundamente con el hocico enterrado en el suelo. Si pudiera hablar, nos diría que la libertad huele a tierra mojada, es suave como la hierba, te calienta como los rayos del sol y sabe a mantequilla de cacahuate y mermelada de bayas silvestres.

Hoy, Bärack está bien. Vive en una «zona de cuidados especiales» del santuario de Chengdu y tiene un mejor amigo, Derek, otro oso completamente ciego. Comparten su guarida e incluso su piscina. Bärack es feliz.

Benjamín el ternero

Benjamín nació en una granja de vacas de Brasil y su destino parecía seguro. Pero en 2020, los incendios arrasaron Pantanal y lo cambiaron todo para él.

La actriz y activista animal Luisa Mell viajó a la zona con su equipo del Instituto Luisa Mell. Querían ayudar a rescatar de la destrucción al mayor número posible de animales salvajes. Y mientras lo hacían, encontraron a Benjamín vagando perdido, con las cuatro pezuñas muy quemadas. Por supuesto, también lo rescataron.

Pero ahí no acabó la historia, ya que el granjero intentó que le devolvieran a Benjamin. Habría sido trágico tener que devolverlo al matadero después de todo lo que había sufrido. Pero cuando el granjero se dio cuenta de que el coste del tratamiento veterinario era superior a lo que ganaría vendiendo a Benjamim por su carne, desistió y Luisa pudo llevarse a Benjamín de Pantanal a São Paulo, donde tiene un pequeño santuario.

Hoy, Benjamín vive allí feliz y seguro. Ha desarrollado una estrecha amistad con Diamante, una cabra también rescatada por Luisa, y están tan unidos como cualquier amigo podría estarlo.

Echa un vistazo a su bonita amistad.

Bellota, el jabalí

Bellota es un rayón, una cría de jabalí. Con pocos días de vida, ciego y desnutrido, fue visto siguiendo desesperadamente a una ciclista pensando que era la madre que había perdido. Una persona amable lo llevó a su casa y lo alimentó, y unos días después Bellota llegó a la Fundación Santuario Vegan.

Se dieron cuenta de que la ceguera se debía a una infección, pero Bellota también tenía las articulaciones inflamadas, lo que achacaron a una artritis séptica. Era mucho para un animal tan joven. Laura, la presidenta del santuario, se hizo cargo de él y desde entonces es su madre de acogida a todas horas. Gracias a sus cuidados y atenciones, la infección de Bellota ha mejorado, pero los daños en los ojos pueden causar que Bellota no recupere nunca la vista.

Tanto si recupera la vista como si no, tiene un hogar y una familia maravillosos que cuidarán de él el resto de su vida. Y Bellota crece muy deprisa. Ha hecho muchos amigos de otras especies y cada día descubre cosas nuevas. Busca constantemente el cariño y la seguridad que le da Laura, y eso es todo lo que necesita, al menos de momento. Pero tiene un nuevo amigo… Castaña, otra cría de jabalí que ha llegado recientemente al santuario. Estamos impacientes por verlos crecer juntos.

Lyra, la perra callejera

Lyra nació en las calles de Rumanía, pero fue capturada por la perrera. Una organización benéfica local escuchó rumores sobre las condiciones de la perrera y, tras meses de intentos, consiguió acceder a ella. Dentro encontraron decenas de perros demacrados y moribundos. Se dieron cuenta de que los trabajadores robaban el dinero destinado a la comida de los perros y los dejaban morir de hambre.

Los rescatadores tenían espacio en su furgoneta para 13 perros ese día, y dijeron a los trabajadores que volverían al día siguiente para llevarse a todos los demás. Cuando se marchaban, Lyra, la decimocuarta perra, cruzó la reja y los protectores decidieron meterla también en la furgoneta. Cuando volvieron al día siguiente, habían matado a todos los demás perros. Lyra había salvado su vida.

En el centro de rescate, Lyra recuperó su peso y su salud, pero no había ningún hogar disponible para ella y pasó tres años en el santuario esperando. Un día, una pareja del Reino Unido vio la foto de Lyra y leyó su historia. Se comprometieron a darle a Lyra el futuro que se merecía. Dos semanas más tarde, la visitaron en casa, y cuatro semanas después Lyra recorrió 1.500 kilómetros desde Rumanía hasta el Reino Unido para empezar su nueva vida.

Hoy, Lyra se despierta delirante de felicidad todos los días. Se levanta emocionada cuando se acerca el primer paseo del día, canta en el coche por largo que sea el trayecto, corre veloz y libre por los campos locales, se sube a los árboles, duerme encima de las mesas, se revuelca boca arriba, juega con los perros y grita como una loca cuando ya no puede contener su felicidad. Lo que ha sufrido le ha dejado secuelas (desconfía de los extraños y a veces sigue teniendo convulsiones), pero esta perrita está absolutamente decidida a sacarle todo el jugo a la vida. Y por el camino, también nos ha robado el corazón.

El caballo Sol

Sol era utilizada como caballo de trabajo en el Estado de México, y se veía obligada a transportar grandes cantidades de residuos. Era una existencia miserable para ella, y para todos los demás animales como ella, pero el sufrimiento de Sol no terminó con el agotamiento y las heridas. Cuando ya no pudo soportar la carga que se veía obligada a llevar, se desplomó en el camino. En lugar de mostrar compasión, el hombre que la explotaba la atacó físicamente, golpeándola y pateándola mientras yacía en el suelo. Sólo tenía dos años.

Afortunadamente, su historia salió a la luz y los miembros de Seres Libres, un santuario antiespecista, lucharon por la libertad de Sol y, por suerte, ganaron. Cuando Sol llegó a ellos, sufría mucho a causa de las numerosas heridas abiertas provocadas por el maltrato prolongado y la desnutrición. El equipo le dio el cariño y los cuidados que todo animal debe recibir y poco a poco empezó a curarse.

La llamaron Sol porque aportó mucha luz a la vida de sus salvadores. Hoy Sol sigue recuperándose en un hospital especializado, pero cuando esté lista para irse, podrá vivir su vida con dignidad y respeto en Animales Libres.

Estamos impacientes por verla recuperar la alegría.

Garra, la ballena franca austral

En 2002, dos jóvenes ballenas francas australes se acercaron peligrosamente a la costa durante la marea baja cerca de Puerto Pirámides, una localidad de la península de Valdez (Argentina). Cuando el agua se hizo menos profunda, una de ellas se enganchó la cola en las cadenas del ancla de un barco de avistamiento amarrado y encalló en la arena.

No fue posible cortar las cadenas bajo el agua, por lo que se tomó la decisión de remolcar al joven ballenato hasta la orilla y encallarlo. Guías locales, buceadores y residentes trabajaron juntes para recoger cubos de agua y asegurarse de que permaneciera mojado, mientras otro grupo recogía herramientas para cortar el ancla sin hacerle daño.

Fue un proceso largo, pero la segunda ballena nunca se separó de su amigo. Permaneció en las aguas, llamándole, y dándole aliento. Finalmente, pudieron desenredar su cola y, cuando subió la marea, la ballena, ahora bautizada Garra, regresó a mar abierto con su amigo a su lado. Unos años más tarde se la volvió a ver cerca de la costa, y esperamos que siga ahí fuera prosperando.

Su nombre, Garra tiene un significado simbólico: coloquialmente «tener garra» también significa tener fuerza, poder y ganas de vivir. Para conmemorar su rescate, el 25 de septiembre fue declarado Día Nacional de la Ballena en Argentina. Sin duda, este maravilloso ser ha dejado un poderoso legado.

Chichén e Itzá los cerdos

El 7 de febrero de 2020, un camión que viajaba por la carretera que va de Jalisco a un matadero en Ecatepec chocó. A bordo viajaban 250 cerdos y el accidente, causado porque el conductor iba demasiado rápido, dejó a muchos de ellos heridos y lastimados. 

Los activistas llegaron al lugar decididos a ayudar y evitar que la gente hiriera aún más a los cerdos. Consiguieron liberar a algunos ejemplares, entre ellos Chichen e Itza, a los que ofrecieron refugio en Granjita TyH.

Fernanda, la fundadora del santuario, cuenta que al principio las dos eran muy tímidas y no querían ni moverse. Pero con el paso de las semanas y los meses, empezaron a descubrir su propia naturaleza, se reconocieron mutuamente y, poco a poco, con muchos cuidados, comida, cariño y paciencia, empezaron a mejorar. Fernanda dice que tardaron casi dos años en superar suficientemente el trauma y empezar a jugar.

Ahora son dos seres muy distintos, con sus preferencias y caracteres bien definidos. Chichén es extrovertida, curiosa y juguetona, y le gusta estar rodeada de humanos. Itza es más independiente, no se preocupa mucho por los humanos y prefiere que no la acaricien. Pero no se siente sola. Ha hecho un gran amigo: Mike, un cerdo que llegó al santuario hace sólo un par de meses. Itza y Mike son inseparables. Ella lo cuida muy bien y se acurrucan juntos todas las noches. Es un final feliz para esta maravillosa cerdita.

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