Insectos en el menú: ¿qué dice la legislación? Y ¿es ético comer insectos?

insects on the menu

La Comisión Europea ha aprobado recientemente la harina de grillo para su uso en alimentos seleccionados en virtud del reglamento sobre «nuevos alimentos». La Comisión ya había aprobado otros tres insectos para el consumo humano en la Unión Europea (UE): larva desecada de Tenebrio molitor; formas congeladas, desecada y en polvo de larva de Tenebrio molitor; y formas congeladas, desecadas y en polvo de Locusta migratoria.

Aparte de los grillos, hay otros ocho expedientes pendientes que están siendo evaluados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). ¿Dónde está autorizado su uso? ¿Qué significa «nuevo alimento»? ¿Y qué razones hay detrás de la adopción de proteínas procedentes de insectos? Pero sobre todo, ¿es ético? ¿Pueden sufrir los insectos?

¿Es realmente una novedad comer insectos?

Aunque para los europeos los «bichos» no son lo que las personas consumidoras esperarían encontrar en el menú, en África, Asia y América Latina comer insectos forma parte de muchas culturas y comidas tradicionales. En todo el mundo, la gente utiliza unas 2.100 especies de insectos como alimento, y los grillos y saltamontes figuran entre los aperitivos callejeros favoritos del mundo. Se consumen en casi 50 países, incluidos Estados Unidos y Australia. También se mencionan como «alimentos aprobados» en la Biblia, en el Levítico 11:22, donde Dios dice: «puedes comer cualquier tipo de langosta, katydid, grillo o saltamontes». Y hay otro dato sorprendente: las cucarachas, que se comen habitualmente en países como Tailandia y Madagascar, pertenecen a la misma familia que las gambas y los langostinos. En concreto, a las gambas se las suele llamar «las cucarachas del mar», ya que tienen exactamente los mismos hábitos alimentarios que las cucarachas terrestres, es decir, son carroñeras. Además, pertenecen al mismo filo, Arthropoda, y tienen los mismos antepasados. Entonces, ¿por qué comemos gambas y consideramos plagas a las cucarachas en los países occidentales? ¿Podría ser sólo una cuestión cultural? Por supuesto que sí, pero no se trata de eso. Sigamos.

¿Dónde podemos encontrar insectos en los alimentos de la UE?

El uso de harina de grillo en la UE está autorizado por el Reglamento 2023/5, de 3 de enero de 2023, como «nuevo alimento» durante un «periodo de prueba» de cinco años, a partir de la solicitud de un solo productor. La solicitud presentada y aceptada por la Comisión autoriza «el polvo parcialmente desgrasado obtenido a partir de Acheta domesticus (grillo doméstico) entero para su uso en pan y panecillos multicereales, galletas saladas y grisines, barras de cereales, premezclas secas para productos horneados, galletas, productos a base de pasta seca rellena y no rellena, salsas, productos elaborados a base de patata, platos a base de legumbres y hortalizas, pizza, productos a base de pasta, suero en polvo, análogos de la carne, sopas y concentrados o polvos para sopas, aperitivos a base de harina de maíz, bebidas similares a la cerveza, confitería de chocolate, frutos secos y semillas oleaginosas, aperitivos distintos de las patatas fritas y preparados de carne», que es como decir en casi todas partes.

Lo que ha provocado mucha confusión entre les consumidores es la aplicación «análogo a la carne», ya que muchos han leído esto como «la harina de grillo se utilizará en productos veganos». No hay que preocuparse, esto no sucederá por varias razones, y las explicaremos a continuación.

¿Por qué los grillos se consideran nuevos alimentos en la UE y qué significa?

La harina de grillo, al igual que gusanos que salen en la harina, pueden utilizarse como alimento en la UE en virtud de la normativa sobre «nuevos alimentos». Esto significa que son «alimentos que no habían sido consumidos en una medida significativa por los seres humanos en la UE antes del 15 de mayo de 1997». Un proceso similar existe en EE.UU., donde se denominan «nuevos ingredientes alimentarios». Antes de que cualquier alimento nuevo -alimentos procedentes de nuevas fuentes, nuevas sustancias utilizadas en los alimentos, así como nuevas formas y tecnologías de producción de alimentos- se apruebe de acuerdo con la «normativa sobre nuevos alimentos» de la UE, la EFSA debe realizar una evaluación científica del riesgo para asegurarse de que es seguro para el consumo humano. Normalmente, la EFSA utiliza los alimentos e ingredientes tradicionales como referencia y evalúa la seguridad basándose en las similitudes entre la referencia existente y la nueva propuesta. 

La noción de nuevo alimento no es novedosa en absoluto, si se piensa en ello. A lo largo de la historia de la humanidad y con el aumento de la globalización, las influencias e interacciones interculturales y la experimentación, hemos visto llegar a nuestras mesas nuevos alimentos e ingredientes. Hablando desde una perspectiva occidental, alimentos que ahora son básicos en nuestra cocina fueron traídos de países lejanos, como los plátanos, los tomates, las patatas, el maíz, la piña, las especias, el mango. Los productos lácteos y el consumo de leche en sí son relativamente nuevos en nuestra evolución y no se extendieron por toda la Tierra de golpe. Históricamente, se consumía sobre todo en Asia occidental y se extendió a Europa en el oeste y hasta el noroeste de la India en el este. En grandes partes del mundo, como el continente americano, el africano, Australia y Asia oriental, hasta hace poco no se utilizaba la leche, y sabemos que los índices de intolerancia a la lactosa siguen siendo altos en esas regiones.

Pero volvamos a nuestros bichos. No encontraremos brochetas de grillos en las calles de Londres ni chips de algarrobas en la Rambla de Barcelona, ya que los insectos enteros no entran en el ámbito de aplicación del reglamento de la UE y no pueden comercializarse sin una autorización previa a la venta. Lo que sí encontraremos, sin embargo, son partes procesadas de los insectos autorizados, y debido a su condición de nuevo alimento, deben estar claramente etiquetadas, para evitar malentendidos y permitir a los consumidores «elegir con conocimiento de causa y hacer un uso seguro de los alimentos«. Un etiquetado y una lista de ingredientes claros son aún más importantes cuando el alimento puede causar sensibilización primaria o reacciones alérgicas. 

Teniendo en cuenta la normativa vigente, la condición de nuevo alimento y el poder alergénico del polvo de grillo, no hay riesgo de que sea un «ingrediente oculto» en ningún alimento comercializado. La denominación de este nuevo alimento en el etiquetado será «Acheta domesticus (grillo doméstico) polvo parcialmente desgrasado». [fuente: Diario Oficial de la Unión Europea].

Muy cerca de la lista de ingredientes, los fabricantes tendrán que añadir una declaración de advertencia, ya que el «polvo de grillo parcialmente desgrasado» puede provocar reacciones alérgicas a los consumidores con alergias conocidas a «crustáceos, moluscos y productos derivados, así como a los ácaros del polvo».

¿Se puede utilizar polvo de grillo en la comida vegana?

Por supuesto que no. «Análogo de la carne» no significa necesariamente «apto para veganos (o vegetarianos)», y ya existen en el mercado varios análogos de la carne que no son aptos para veganos por contener albúmina de huevo, proteínas lácteas o colorantes alimentarios de origen animal (como el aditivo comunitario E120 o el carmín, derivado del insecto cochinilla).

Teniendo en cuenta que los polvos o pastas de insectos entran dentro de la legislación sobre nuevos alimentos y pueden provocar reacciones alérgicas (en particular en personas alérgicas a crustáceos, moluscos y ácaros del polvo), es imposible que se oculten en productos formulados para el mercado vegano o vegetariano. Por definición, un alimento «apto para veganos» implica que, en la medida de lo posible y factible, no se han utilizado animales en ninguna fase de la preparación de ese alimento, ni de los ingredientes utilizados en él. Y no cabe duda de que los insectos son animales. 

¿Por qué se comercializan los insectos como alimento?

Como ya hemos dicho, los insectos se comen habitualmente en muchas partes del mundo y ahora se están aprobando como nueva fuente de proteínas en la UE. Por supuesto, corresponde a los consumidores decidir si quieren comer insectos o no.

Según la FAO, los insectos comestibles son una cuestión clave en el siglo XXI y deben considerarse una fuente de proteínas alternativa y sostenible. Ya forman parte de la dieta tradicional de al menos dos mil millones de personas en el planeta, y ofrecen una serie de beneficios medioambientales en comparación con los animales de granja debido a su «alta eficiencia de conversión de alimentos», ya que de media pueden convertir 2 kg de alimento en 1 kg de masa de insectos, mientras que las vacas necesitan 8 kg de alimento para producir 1 kg de aumento de peso corporal. También se dice que los insectos tienen una huella de carbono y de agua mucho menor que los animales de granja «normales», y que también ofrecerían beneficios sanitarios y sociales a las comunidades desatendidas y desnutridas. 

Pero, ¿no ofrecería los mismos beneficios una dieta equilibrada basada en plantas?

¿Sienten dolor los insectos?

Los insectos son animales. Y aunque los humanos tendemos a mirarlos negativamente, y a menudo los tratamos con violencia, son seres vivos con pleno derecho a vivir su vida. Pero, ¿sienten dolor? ¿Podemos medirlo?

Existe una probabilidad razonable de que los insectos tengan cierto grado de conciencia y puedan experimentar sufrimiento. Muestran claramente «nocicepción», que es el mecanismo que permite a todos los organismos responder a estímulos negativos, pero el comportamiento no es una guía fiable cuando se trata de la percepción del dolor a nivel cerebral. Los insectos tienen numerosos sistemas sensoriales, entre ellos para la visión, el olfato, el gusto, el tacto, la temperatura y la humedad, pero ¿tienen receptores del dolor?

Los insectos pueden tener menos neuronas, interconexiones limitadas entre áreas cerebrales y sistemas nerviosos bastante pequeños, pero ¿realmente importa? El dolor no es un fenómeno de todo o nada. Incluso los seres humanos sienten el dolor de distintas maneras y no hay forma directa de medir la experiencia subjetiva del dolor en ningún ser, incluidos los humanos. Un estudio reciente publicado en la revista Science Advances ha descubierto que insectos como la mosca de la fruta pueden experimentar dolor crónico. Los científicos demostraron que las moscas reciben mensajes de dolor a través de «neuronas sensoriales en su médula nerviosa ventral, el equivalente en los insectos a una médula espinal», e incluso después de que una lesión se haya curado, se vuelven hipersensibles e intentan protegerse de estímulos negativos durante toda su vida. 

Actualmente se crían y matan al menos un billón de insectos al año para la alimentación humana y animal, y la industria crece rápidamente. Los métodos de sacrificio habituales incluyen el calor y el frío extremos, a menudo precedidos de la inanición: en el caso de los grillos, normalmente «se sacrifican en EE.UU. y Europa por congelación, aunque también son habituales la trituración y el calentamiento. A menudo se liofilizan para eliminar el agua, y a veces se liofilizan vivos». Horrible, ¿verdad?

Se ha demostrado que los insectos reaccionan al exceso de calor, a las descargas eléctricas, a los pinchazos y pellizcos, y algunas especies también han demostrado la capacidad de aprender y asociar ciertos olores a experiencias negativas o positivas, aunque no muestren las mismas reacciones al dolor que los humanos. Pero, ¿es esto realmente importante? ¿Realmente necesitamos comparar el sufrimiento de cada ser vivo con el nuestro, y evaluar su capacidad de experimentar dolor en función de cómo reaccionamos ante él? ¿O hacer una distinción entre los seres que son conscientes de su dolor y aquellos cuya conciencia simplemente no podemos medir o comprender?

«Probablemente lo que la conciencia requiere es un sistema suficientemente complicado con retroalimentación masiva. Los insectos lo tienen».

Christof Koch, director científico del Instituto Allen para la Ciencia del Cerebro

Conclusiones

Los insectos se han utilizado para el consumo humano durante miles de años y son una importante fuente de proteínas en muchos países de todo el mundo. Las solicitudes para impulsar el uso de proteínas de insectos en Europa están motivadas principalmente por razones de sostenibilidad, y según la FAO existen fuertes impulsos medioambientales, sanitarios, sociales y de subsistencia para que la cría de insectos se extienda aún más de lo que está en la actualidad. 

Sin embargo, sabemos que los mismos factores de sostenibilidad, medioambientales, sanitarios, sociales y de subsistencia pueden esgrimirse para apoyar un sistema alimentario basado en las plantas: Las dietas veganas pueden mantener a más personas con mucha menos tierra que las dietas centradas en la carne y liberarían zonas para la repoblación y la restauración de la naturaleza; ofrecen todos los nutrientes necesarios para una salud óptima y minimizan el riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer; reducen el potencial pandémico vinculado a la cría y el consumo de animales; y podrían ayudarnos a cumplir los objetivos del «de la granja a la mesa» en menos tiempo, construir «un sistema alimentario justo, sano y respetuoso con el medio ambiente» y detener la pérdida de biodiversidad. 

Más allá de eso, los insectos son animales, y la probabilidad de que puedan experimentar dolor como puede hacerlo un gato, o un ternero, o una langosta, es alta.

Si el medio ambiente, el futuro del planeta, nuestra salud o la de nuestros hijos, o el bienestar de los animales son importantes para nosotres, tendría mucho más sentido pasar rápidamente a una dieta basada en plantas, ¡y podemos ayudarte! Echa un vistazo a nuestros desafíos gratuitos diseñados en torno a lo que más te inspire: ofrecemos ayuda diaria, recetas sencillas y sabrosas, recursos para explorar diferentes aspectos y apoyo gratuito a lo largo de tu viaje vegano.

Cómo ayudar a los insectos de tu entorno

  1. Si tienes un jardín, planta flores silvestres autóctonas para mantener contentos a los polinizadores. 
  2. Compra o fabrica tu propio hotel para insectos y colócalo en un lugar protegido.
  3. Enseña a las infancias este bonito vídeo de la actriz Elsa Pataki salvando a una araña gigante, y animales a rescatar insectos, no a hacerles daño. 
  4. Infórmate sobre los insectos de tu zona y sobre cómo convivir con ellos de forma pacífica.

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