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Las tortugas marinas han sobrevivido más de 100 millones de años y hoy habitan casi todas las cuencas oceánicas del mundo. Existen siete especies diferentes (verde, boba, carey, laúd, lora, olivácea y plana) pero seis de ellas están en peligro o en peligro crítico de extinción.
Son animales migratorios que viajan entre zonas de alimentación, de anidación y hacia aguas más cálidas durante las estaciones frías. Pueden recorrer miles de kilómetros e incluso cruzar océanos enteros. Las bobas, por ejemplo, pueden viajar de Japón a México, mientras que las laúd pueden ir de Indonesia a California y luego subir hasta Alaska.

En los últimos 200 años, las personas han cazado a las tortugas por sus huevos, carne, piel y caparazones. Pero es la industria pesquera comercial la que está llevando a estas increíbles criaturas al borde de la extinción. Y todo esto para comer pescado.
La industria pesquera mata tortugas
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) afirma que “la mayor amenaza para la mayoría de las tortugas marinas es el equipo de pesca”. Esto se debe a que las redes son indiscriminadas. No capturan solo la especie objetivo, sino que atrapan y pueden matar a cualquier animal que tenga la mala suerte de cruzarse en su camino. Cientos de miles de tortugas mueren así cada año.

Y no solo mueren tortugas. Se estima que 50 millones de tiburones y rayas, 300.000 pequeños cetáceos (como delfines), y 300.000 aves marinas (incluyendo el emblemático albatros) también mueren como “captura incidental”. La industria llama a la captura incidental un “accidente”, pero no lo es: es evitable. Si arrastras redes enormes por aguas donde viven tortugas, ballenas y aves marinas, no tienen ninguna oportunidad.
Mientras conservacionistas y gobiernos debaten el problema de la captura incidental, la masacre continúa. Solo hay una manera de detenerlo: dejar de apoyar a la industria pesquera comercial, y eso significa dejar de consumir pescado.
La cría de tortugas marinas
No solo las tortugas en el océano están en peligro. Existe una granja espantosa en las Islas Caimán donde se permite que turistas naden con tortugas verdes en peligro de extinción y las levanten para sacarse fotos. Estos visitantes viven en la ignorancia: no saben cuán estresante es esto para las tortugas, ni que son animales solitarios que necesitan del océano abierto ni que allí están hacinadas en tanques de concreto poco profundos. Y hay otro secreto que se oculta: este lugar no es solo una atracción turística. Es una granja activa, donde miles de estos animales en peligro son criados para ser asesinados y convertidos en carne cada año.
Las condiciones en esta granja no son distintas de cualquier otra granja industrial. Cuando World Animal Protection investigó el lugar, encontró evidencia de mordidas, enfermedades, estrés, endogamia e incluso canibalismo. Algunos animales nacían sin ojos.

¡Sabes lo que tenemos que hacer!
Probablemente nunca visites esa granja de tortugas en las Islas Caimán (aunque es importante evitar cualquier lugar que mantenga animales en cautiverio fuera de santuarios confiables y compasivos). Pero la única forma de proteger a las tortugas marinas es dejar de comer pescado. Al hacerlo, proteges los océanos, la biodiversidad, a las tortugas marinas y a todas las demás especies marinas, incluyendo, por supuesto, a los propios peces.