No podemos salvar el Amazonas o prevenir la próxima pandemia si no cambiamos nuestra alimentación

El 5 de septiembre es el Día Mundial del Amazonas, pero ¿qué es tan importante de este hábitat tropical y qué tiene que ver salvarlo con lo que elegimos comer?

Abarcando nueve países y cubriendo alrededor de 5.450 km2, la selva amazónica es la más extensa del mundo y alberga una cantidad incomparable de biodiversidad.

Una de cada diez especies conocidas en el mundo vive en la selva amazónica, incluyendo 40.000 especies de plantas, 3.000 especies de peces, 2.000 de aves y mamíferos, cerca de 800 especies de anfibios y reptiles y casi 2,5 millones de insectos. Es uno de los últimos refugios de la Tierra para jaguares, águilas harpía y delfines rosados y guarida de vectores de enfermedades como murciélagos vampiro, garrapatas y mosquitos.

Además de esto, el Amazonas es hogar de más de 30 millones de personas, incluyendo 350 grupos étnicos e indígenas que dependen de la selva para alimentarse, vestirse y para sus medicinas. Sin embargo, el hecho de que sostenga tanta vida y biodiversidad es solo una de las razones por las que el Amazonas es tan importante.

Esta densa jungla es también una fuente esencial y global de oxígeno y mitiga el cambio climático absorbiendo carbón y gases de efecto invernadero que las actividades humanas emiten. En cierto sentido, actúa como un par de pulmones a la inversa, inhalando gases dañinos para nuestro medioambiente y exhalando casi el 9 % del oxígeno que nos alimenta.

Los bosques tropicales como el Amazonas pueden proveer el 23 % que la defensa del clima necesita para conseguir las metas acordadas en el Acuerdo para el Clima de París, pero sin el Amazonas la contaminación y el calentamiento global aumentarán. Como resultado, nuestro planeta experimentará condiciones climáticas cada vez más extremas como huracanes, olas de calor, inundaciones e incendios catastróficos además de glaciares que se derriten, océanos cálidos y la extinción masiva de incontables especies.

Estos desastres medioambientales, que muchos de nosotros tenemos la fortuna de ver solo en las noticias, nos afectarán pronto a todos nosotros si no hacemos cada uno nuestra parte para ayudar a salvar el Amazonas

Las tendencias cambiantes en el clima global también han afectado a los patrones de trasmisión de enfermedades infecciosas creando las condiciones climáticas que más conviene a la supervivencia y la evolución de patógenos mortales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) vaticina que un incremento de la temperatura global de 2 o 3 Cº aumentaría el número de personas que corren el riesgo de contraer la malaria en varios cientos de millones.

La deforestación también fuerza a los transmisores de enfermedades del bosque como murciélagos y mosquitos a volar a otra parte en busca de comida. Al hacerlo se acercan y tienen contacto con humanos y animales de granja cargando con ellos virus mortales con potencial pandémico.

La Covid-19 ha hecho al mundo entero dolorosamente consciente del terrible poder que los virus zoonóticos (transmitidos por animales) pueden albergar y que cuantos más hábitats forestales arrasemos con más frecuencia nos encontraremos en medio de pandemias globales. De hecho, casi uno de cada tres brotes de enfermedades nuevas y emergentes está ligado a cambios en el uso de la tierra como la deforestación.

La deforestación es una cuestión cada vez más seria que necesita ser dirigida. Pero primero necesitamos entender qué la maneja.

Cerca del 17 % del bosque del Amazonas ha sido destruido, en su mayoría por incendios intencionados durante los últimos 50 años, que es más que en los 450 años anteriores en conjunto. Solo en Brasil, esto equivale a aproximadamente a 770.000 km2, un área mayor que todo el estado de Texas.

2020 ha visto un duro aumento de la deforestación a pesar de la importancia del Amazonas en la atenuación del cambio climático, los brotes de enfermedades, la perdida de especies. Todo ello independientemente del hecho de que las enfermedades causadas por la contaminación del aire de los incendios han exacerbado el impacto de la Covid-19 en la vida de las comunidades indígenas de la región amazónica —comunidades que experimentando una ratio de mortandad del doble que el resto de Brasil.

¿Por qué esto está pasando y quién es el responsable?

Bien. La respuesta más breve y dura es que… nosotros lo somos.

Es fácil culpar a otros, como la industria de los combustibles fósiles o las compañías del aceite de palma —que son sin duda merecedores de nuestro vilipendio—, cuando nos enfocamos en la deforestación y el cambio climático porque haciéndolo nos permitimos no hacer nada, o muy poco, para remediarlo. Pero tristemente, no tenemos esperanza de salvar el Amazonas, de afrontar el cambio climático o de prevenirla próxima pandemia si no podemos hablar honestamente sobre qué está causándolo realmente, así como nuestro potencial de cambiar nuestros hábitos en respuesta.

La verdad, quizás algo inconveniente, es que la ganadería —la industria que alimenta nuestro insaciable deseo de carne— es la conductora del mundo a la deforestación que representan el 80 por ciento de las tasas actuales de deforestación del Amazonas. El Amazonas en Brasil es el hogar de 200 millones de vacas y es el mayor exportador de carne de vacuno del mundo, abastece al 25% del mercado global (unas 1.640.000 toneladas) para el consumo de América, Europa y Asia.

Así que ya ves, el problema es que comemos.

Los negocios y la política no pueden arreglar esto y no es un problema que tiene que corregir otro. Es nuestro, los creadores de demanda de consumo. El Amazonas necesita estar en el centro del cambio de nuestros valores y no una preocupación latente que se olvida tan pronto como el camarero llega.

De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, incluso si vamos a hacer todo lo necesario para salvar el planeta, será imposible llegar a las metas del Acuerdo de París para el Clima si no cambiamos nuestra dieta.

Las conversaciones sobre dejar la carne, los lácteos y los huevos ponen, a menudo, a la gente a la defensiva —y no menos importante porque el cambio puede ser retador. Pero si de verdad nos importa salvar el Amazonas, proteger a los que queremos de pandemias evitables y sobre salvaguardar nuestro planeta para las generaciones que vienen será gratificante y fortalecedor saber que, aceptando el reto, NOSOTROS podemos ser el cambio que buscamos.

No podemos continuar comiendo productos de origen animal y preservar nuestro hermoso planeta. Debemos dejar ir los destructivos hábitos alimenticios o dejar ir al Amazonas. Es así de claro y también así de tenso. Por suerte, con más alternativas a la carne, los huevos y los lácteos en el mercado que antes, nunca ha sido un momento mejor o más crucial para adoptar un estilo de vida sostenible y a base de plantas.

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